¿Puede haber un regalo que no cueste dinero y sea bueno?

lunes, 12 de diciembre de 2011


Regalar es un arte. Regalar es amar. Y si lo que le das le conduce a la otra persona hacia  su verdadera felicidad, le habrás dado no sólo un regalo, sino la oportunidad de convertirse en una persona feliz. Y una persona feliz es un “regalo para la vista”, para ti, y para el mundo entero. Es lo que sucede cuando un maestro regala a sus alumnos una clase magistral (valga la redundancia). Los alumnos terminan la clase mejor que como la  comenzaron. No salen más “ricos”, sino internamente enriquecidos por un bien que perdurará en ellos (al menos un tiempo prolongado). Un maestro que ama a sus alumnos se preocupa, no por agradarles, sino por aportar a su vida un bien que perdure.

Alguna vez te darás cuenta de que has sido capaz de escuchar a otra persona de verdad. No por todo el tiempo que hayas estado escuchándola (que puede ser mucho y no valer de nada), sino porque esa persona, al terminar la conversación, te dará sinceramente las gracias.

Si le haces un regalo a una persona que amas, procura que le haga un bien duradero, que se mantenga junto a ella en el tiempo, orientándola hacia la mejor versión de ella misma, hacia todo aquello gracias a lo cual puede ser ella misma. Un verdadero regalo no te llena de ilusión por lo precioso que es, sino que te llena de emoción por el gran bien que te hace. Y, al levantar la vista hacia quien te lo ha entregado, no puedes contener la acción de gracias auténtica. La que nace cuando te sientes verdaderamente amado. Querido como eres.

REGALA CON SENTIDO

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